Muchos recordarán el Bar de Manu. Me encantaba desayunar allí escuchando rocanrol de fondo. Jimi Hendrix, Janis Joplin o Black Sabbath eran bandas que podías escuchar acompañando tostadas y café superiores a la media.

Ese espíritu rockero y la apuesta por materia prima de calidad es lo que Manu se ha llevado a su nuevo bar: Pimienta Rosa. Inaugurado en verano, me conquistó primero por la ambientación musical: rocanrol, indie, swing o R&B a un volumen justo, permitiendo la conversación. Luego por la calidad de sus tapas, una cerveza diferente y vinos discretos seleccionados con honestidad.

Al principio solo le veía una pega. La carta estaba dominada por la carne. Pocas opciones vegetarianas y nada de pescado. Pero lo mejor estaba por llegar. Un mediodía de septiembre vi salir de la cocina a uno de los mejores cocineros de la provincia.

Era el primer día de trabajo en Pimienta Rosa de Pedro Berrogui (Iruña, Espronceda, La Costa, Hola Ola…) Un fichaje estrella para un bar de tapas. A estas alturas vaya si se nota su mano. En la pizarra han entrado pescados y cocina de mercado basada en productos frescos de temporada.

Si vas a Pimienta Rosa pregunta por las tapas y los platos del día y déjate llevar. Así he probado algunas propuestas tan exquisitas como efímeras, que desaparecen al mediodía si va suficiente clientela.

Un bonito en salazón con ensalada de algas que se deshace en la boca; un tataki de atún delicadísimo; unos huevos con patatas y jamón de pato que recuerdan a los que hace una abuela; o un foie mi-cuit “hecho en casa” en su punto justo son algunos de los platos que he compartido en Pimienta Rosa y no olvidaré.

En la carta de tapas domina la carne, pero ¡qué carne! Varias opciones de carne a la barbacoa, destacando el entrecot de buey, el secreto ibérico (shhhh.), la hamburguesa o el lomo adobado con generosidad. Y si eres de esas personas que desconfía de que se pueda ofrecer entrecot de buey de tapa, tus dudas se disiparán si te cuento que la principal actividad económica del dueño es la distribución de carne.

Anoche mismo tenían como tapa del día un tataki de entrecot aderezado con aceite de oliva, jengibre fresco y cebolleta que era gloria bendita. Repetí.

Hay más tapas. La ensaladilla rusa, de las pocas que repito en un bar; la crema de calabacín y queso de cabra es una apuesta diferente por la cuchara; el original lomo a la sal con crema de atún; la marraná de pota quita el hipo; y el calabacín gratinado es mi opción vegetariana. ¿Quieres el postre? Lo tienen. Pide una tapa de tarta de queso para acompañar la (pen)última ronda.

¿Quieres más? Pimienta Rosa tiene las camareras más majas de las Cuatro Calles, una decoración atrevida y unos interesantes menús del día por 9 euros. Y Los fines de semana deberías estar atento a su “menú con swing”, cinco platos con gancho por 20 euros (sin bebida).

Lamentablemente (para un servidor) han tomado la mala decisión de encender la tele los días de fútbol, imitando a los bares mainstream y traicionando (un poco) su espíritu alternativo. A pesar de eso, en pocos meses Pimienta Rosa se ha convertido en uno de mis bares favoritos. Hasta tal punto que por poco no escribo este post para mantener oculto “mi tesoro”.