Por desgracia, en la provincia de Almería, no siempre es fácil encontrar un establecimiento que mantenga el mismo nivel en la calidad de sus arroces. Esto hace que, en algunas ocasiones, recomendar un sitio lleve aparejado una carga de responsabilidad mayor a la de cualquier otra propuesta (a nadie le deseo esas miradas inquisidoras de los comensales cuando se llevan a la boca los primeros granos amarillos de cereal).
A mí sí que me sabe mal escribir estas líneas y hacer mención directa al Hostal-Restaurante La Isleta del Moro. Aunque el pueblo es pequeño (ahí radica parte de su encanto, estoy enamorada de este lugar), posee una amplia oferta de restauración muy aceptable, pero me detengo en el Hostal porque tiene un enclave privilegiado y es toda una experiencia comer en su terraza, sintiendo las olas del mar bajo tus pies y oliendo esa brisa marina que parece un ingrediente más del plato. Ubicación única que no lo es todo, cuando la calidad de sus arroces sube y baja como las mareas.
Le sigo dando oportunidades porque si encuentran el punto, sus platos están deliciosos, como la fideuá para cuatro que nos tomamos hace unas semanas. Sudé (y no a causa de las temperaturas del veranillo de San Miguel) cuando pedimos la ensalada y dudé de la opción escogida, pero al saborear la primera cucharada y apreciar lo buena que estaba, sentí rabia de que no siempre suponga una garantía segura.
Ese día tuvimos suerte y empezamos disfrutando con la ensalada de la casa, un plato repleto de vegetales y de fruta que bien agradece el estómago a la hora de abrir el apetito o para engañar el hambre. Os recomiendo pedir algún plato de pescado al centro para hacer más llevadera la espera, es fresco, así que podéis escoger sin problemas según vuestros gustos. Las raciones no son excesivamente grandes, lo comprobaréis al ver el tamaño de las paelleras, eso lo dejo a vuestra elección y apetito. La fideuá estaba para alquilarle una casita para todo el verano en pleno parque Cabo de Gata: calamares, mero, cigalas, mejillones… ¡Deliciosa! Y si llegáis a los postres, centraros sólo en los caseros: arroz con leche, pan de calatrava o flan de huevo, son apuesta segura.
Volveré con personas de mi confianza y asumiendo los riesgos, habrá que darle vidilla al ritual de comerse una paella en la playa.
Estoy totalmente de acuerdo. Pena que no haya constancia en lo de los arroces…
Es verdad, una pena… Por eso la responsabilidad de elegir es aún mayor!
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