Nota: Este restaurante cambió de manos y de concepto a principios de 2014

Con un nombre como La Soleá quizás uno espera otra cosa. Pero lo cierto es que en este restaurante situado en el Puerto Deportivo de Almerimar manda el pescado y el marisco. No es de extrañar, ya que una de las pasiones de su chef y propietario, José Berenguer, es la pesca.

Con frecuencia sale a pescar y gran parte de los pescados de su carta son capturas propias. La calidad y frescura de esa materia prima se nota en sus platos, en los que encontramos técnicas de alta cocina y pinceladas de cocina internacional, especialmente asiática.

José Berenguer se formó como cocinero en la Escuela de Hostelería de Almería y la Taberna del Alabardero de Sevilla. Antes de abrir su propio restaurante, con 21 años, adquirió experiencia en restaurantes como Echaurren, Casa Gerardo, Tubal o La Costa.

Por hablar de alguno de sus platos, me quedo con el Sashimi de atún con dados de tomate y pan crujiente. Cortado tan fino y fresco que se deshace en la boca como si fuera mantequilla. La Gamba blanca frita con kataifi y mayonesa de mostaza a la antigua también es muy recomendable, con su punto exacto de fritura para conseguir un rebozado sabroso y bien crujiente. Si te gusta el pescado servido con sencillez y honestidad, pero con un toque creativo, prueba las Milhojas de pescado de roca con helado de manzana ácida. Para los amantes del queso, recomiendo el rulo de cabra a la plancha con helado de foie y miel.

De los postres, exquisita la Tosta templada con crema de queso, manzana reineta y helado de miel, pero le tengo ganas al Mousse de mandarina y coco con gajos de mandarina y chocolate.

Para próximas visitas tengo apuntadas cuentas pendientes como el ceviche de rape: el carpaccio de gamba roja con aceite de mandarina verde y mayonesa de bottarga; el pescado de roca a la parrilla con queso de cabra y falso risotto de calabaza; o las chuletillas de cordero sobre mango y cuscús de café con reducción de coca cola. Entre los pintxos me llaman la atención el Tartar de caballa con velo de café; el Pulpo a la parrilla con mazapán de pimentón o el solomillo de pato a la parrilla con chocolate caliente y gelatina de naranja; o la Lata de setas al estilo japonés con foie-gras plancha “Martiko”.

La carta de vinos está cuidada, con un buen número de referencias de gran parte de las zonas vitivinícolas de España, más allá de Riojas y Riberas.

El local cuenta con tres zonas bien diferenciadas: El restaurante, con unas siete mesas, donde además de almuerzos y cenas es frecuente que se utilice como reservado. La barra es la zona destinada a los pintxos y chateo en general. Bastante amplia. La joya de la corona es la terraza, con vistas a los barcos del puerto deportivo. Esta zona mejora cuando tiene sus persianas totalmente abiertas.

Lo mejor de La Soleá es la calidad del pescado, la tranquilidad del lugar cuando no es temporada alta y las vistas. Lo peor quizá sea la extensión excesiva de la carta y los altibajos de algunos de los platos.

No es barato, pero merece la pena desplazarse hasta Almerimar para conocer este restaurante especializado en pescados y mariscos que es ya, sin duda, uno de mis favoritos del Poniente almeriense. La juventud de su chef deja espacio para soñar una evolución más que prometedora de su cocina, si no se pierde en el camino.